Mis buenos amigos cubanos, aquellos que suelen molestarse con la insinuación de viejo, contestan diciendo “viejo el Morro (de La Habana) y todavía sigue allí”. Bien dicho, viejo y todavía sigue allí, se aplica también a Fidel. Y parece que por telégrafo (porque la internet es bastante nueva), Castro, el octogenario dictador, nos envió un “hijo” que viene con su anticuado invento de revolución, le llama “ciudadana”.