Daniel El Internacional es mi seudónimo como cantante.

sábado, 1 de octubre de 2011

UN 30-S... ¡NUNCA MAS!


Pasó un año. El tiempo es así, indetenible. Los dolores, no. Se quedan, lastimeros, penetrantes, punzantes, ácidos y eternos. Las ausencias son presencias constantes que silentes nos reclaman tristezas, amores truncos, frustraciones, lágrimas. Hace un año se escribió una página vergonzosa para unos, muy triste para otros, y símbolo de descaro para unos pocos. El duelo de los que en medio perdieron sus seres amados a manos de sus mismos compañeros compatriotas, con balas pagadas pagadas por nosotros mismos, debe importar mucho y doler. El 30-S es la fecha negra de un error muy grande cometido desde varias partes y pedir perdón no basta. Demostrar que hubo intentona o que no, es un paso previo ¿para qué? Persistir en esas actitudes es solo escribir una tragicomedia de egoísmos, vanidades y caprichos. Es morbosidad. Tampoco el olvido cabe pues los documentos caminan hacia la reserva, el secretismo. La reflexión es la mejor consejera. Ver al Presidente con parte de su gabinete asistiendo a misa por la mañana y por la noche vociferando ante una pequeña multitud que baila y se agita en agasajo, es una oda al sinsentido. Pudo un fuerte aguacero disolverles en señal divina de rechazo, de pudor. Antes, los deudos de las víctimas son rechazados en otra iglesia de la misma catolicidad, argumentando que no se prestan para actos políticos (¿?) y van con su dolor a depositar enrojecidas flores ungidas de llanto y soledad al sitio mismo de la tragedia. Dos escenas diferentes, dos caras distintas de la misma moneda, nacidas de similares insensateces. Dos capítulos de una novela totalmente inverosímil, dolorosamente real escrita con sangre nuestra. Que carcome. Que lacera. Que mutila. Que no termina. Que debe rastrillar constantemente la conciencia de quien, ese macabro 30-S, ordenó disparar.