La flamante ministra de Educación (cuyo nombre no merece memoria) inauguró a tontas y a locas, a través de internet, un sistema digital de sorteo de cupos para octavo año en los colegios fiscales de Quito. Resultado: un rotundo fracaso. Se jugó con la fe pública y la ilusión de niños y niñas que comienzan la adolescencia. ¡Qué mensaje de futura madurez vivieron miles de niños! Al mejor estilo del cambio de época. Luego vinieron disculpas y el relajo y desorganización fue peor que en la larga noche neoliberal... Con toma de colegios por parte de padres y madres de familia. Largas colas para dormir varias noches en las calles. Gritos, empujones, puñetes. Y con este negro debut, la ministra sorteó bien la crisis y sigue empoltronada en el ministerio, como si nada hubiera pasado. ¡Qué misterio!
