Nebot es una especie de cuchimbolo sustituto de Correa. Sustituto porque cuando se cansa de darle a la partidocracia, a la prensa corrupta, a las momias cocteleras, a los yanquis, a sus antiguos amigos... en fin, vuelve a Nebot. Esta vez, le armó escenario, una programación pugilística variada y entretenida, especie de telenovela. Primero le puso un cuero que no calificó para nada como retador y pasaron Patiño, Viteri, otritos que ni merecen ser nombrados y termina, por ahora, con Cordero. Un caminito delineado goebelésticamente desde Carondelet. Comienzan por prohibir que helicópteros privados sobrevuelen la marcha de Guayaquil (una gran e importante marcha, le duela a quien le duela), luego vienen datos minimizando la asistencia por parte del Gobierno, golpes de calentamiento de varios y el “corcho” que se lanza al ataque buscando el iluso nockout, cumpliendo el libreto (y órdenes). Toda una suerte de emboscada por capítulos que seguramente, el jefe mayor estará mirando atento con su típica sonrisa electorera. En esta opereta en la que Nebot se defiende, literalmente, como gato panza arriba y que luego terminará abandonado hasta cuando en alguna de sus sabatinas se le ocurra acordarse de él y nuevamente trate de encerrarle en su cuadrilátero político mediático. ¿Quién dijo que en Ecuador no se fabrican telenovelas?
Ésta al menos, comenzó melodramática, el mismo día, casi al mismo tiempo en que comenzaba la marcha en Guayaquil, Correa despegaba en un avión hacia Cuba para operarse de la rodilla. Pañuelitos al viento y lagrimitas de corolario. Cuando regrese operado, el patojito inspirará un poquito de lástima y afecto. Silla de ruedas, muletas y lazarillo incluido. El villano de la película será, por supuesto, Nebot. Todo es cuestión de imagen. Este libreto se parece a tantos de las novelas lloronas de la cubana Delia Fiallo. ¡Qué cosas no!